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Que sepan que existimos
Copas nocivas rendidas al pie de la cama, quieren romper los hilos de una noche suave y fría.
El humo que traspasa las sábanas de este penúltimo cigarrillo, tú eres mi verdadero vicio, mi vocación.
Tras unas horas de sexo intenso y placeres corrompidos, volveremos a lo nuestro y a olvidar que existimos.
Tus ojos grises aun se reflejan en la almohada.
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