domingo, 17 de agosto de 2008

Miradas que se nos atragantan con el sol de media tarde



























¿Y que dirás después?




viernes, 15 de agosto de 2008

Shhhh

Deja que las palabras

Queden dentro

Ardan queriendo salir

Y mueran en el intento

Pues ahora el tiempo pasa

Volviendo a morir el momento,

Solo queda una línea imaginaria

Cortada por una ráfaga de viento;

Que nos separa, nos choca,

Nos entrelaza…

Quedar pegados al suelo

Pero abrazados a la esperanza

De sentirnos como mariposas

Siendo bichos raros

Escarabajos bocarriba

Escararribas bocabajo




Mr. Magorium

Cuando el rey Lear muere en el quinto acto ¿Sabes cómo lo expresó Shakespeare? Escribió: muere. Eso es todo, nada más. Sin fanfarrias, sin metáforas, sin brillantes palabras finales. Así que la culminación de la obra de literatura dramática más influyente es “muere”. Tuvo que ser Shakespeare un genio para expresar “muere”. Sin embargo, cada vez que leo esa palabra, me invade un infinito sentimiento de tristeza. Ya sé que es natural sentirse triste, pero no por la palabra muere, sino por la vida que hemos visto antes de esa palabra.
He vivido mis cinco actos, no te pido que te alegres de que me tenga que ir, sólo te pido que pases página, que continúes leyendo. Y des paso a la siguiente historia.
Y si alguien pregunta alguna vez qué ha sido de mí, cuéntale mi vida en todo su esplendor, y acaba con un sencillo y modesto “murió”.

Amelie

jueves, 14 de agosto de 2008

poetasepia

Nuestro mundo está ahogado en sandeces, más tarde pise la calle y me quemé, quise comprender tantas cosas, que en el más leve movimiento empezó a llover, corrí lentamente al más puro estilo americano, pero era demasiado tarde, soy la chica de la puerta de atrás, condenada a desatar zapatos, obligada a construir miradas, a la que nadie comprende, a la que todos aman.
Me ensucié escaleras arriba antes de tropezar con aquel charco, donde resbalaron diamantes degollados en piedras.
El tren partió hacia las 12 de la tarde, era demasiado pronto para ir atando caminos; me contrataron para limpiar estrellas, me despidieron por ensuciar ruidos.

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Déjame que termine de hilar este azafrán que ya me queda poco. La luz volvió tras la corta pausa.
Vámonos, que las nubes de caramelo ya sobrevuelan el cielo y tengo hambre.
Luego me llamas rara, cuando tu eres el primero que le hecha azucar a los macarrones.
Mi vida es el circo de la calle de la esquina.