martes, 9 de marzo de 2010

Baileys.


Calada a calada se asfixió mi mundo al tiempo que emergía una voz parecida a un llanto. Quebraron las paredes al tacto de mi puño, se deshizo la luz sumergiéndose en mi espinazo. Inmóvil.
Van brotando cuando pisas, entre tus dedos el dolor amargo, que ha restado tantas veces al infinito la infinidad de sus lazos retorcidos desde mis pestañas hasta tus abrazos, pero que aún encierra nuestras locas ideas de volver a empezar.
Cásate conmigo, que al fin y al cabo, somos iguales.







El humo se derrite besando tus labios, nos han abandonado como animales.